domingo, 28 de enero de 2018

Salmo 92:4


Creo que ya estoy viviendo la temporada del «invierno» de la tercera edad. Ahora siento que los años pasan volando y, a veces, me gustaría frenarlos, pero tengo un gozo que me sostiene. Cada día es una nueva jornada que Dios me da. Con el salmista, puedo decir: «Bueno es alabarte, oh Señor […]; anunciar por la mañana tu misericordia, y tu fidelidad cada noche» (Salmo 92:1-2).

He tenido muchas luchas en mi vida; he vivido las consecuencias de mis errores y malas decisiones;  me abruman el dolor y las dificultades que vive mi familia, sin embargo Dios permite que me una al salmista, gozándome «en las obras de [sus] manos» (v. 4). Gozo por las bendiciones recibidas: mi familia, mis amigos y el trabajo que tengo. Gozo por la maravillosa creación de Dios y por su Palabra inspirada. Gozo porque Jesús nos amó tanto que murió por nuestros pecados. Y gozo porque nos dio su Espíritu, la fuente del gozo verdadero (Romanos 15:13). El Señor es la razón de que todo creyente «florecerá como la palmera» y «aun en la vejez [fructificará]» (Salmo 92:12, 14).

¿Qué fruto es ese? Independientemente de las circunstancias o las etapas de la vida, podemos ser ejemplos de su amor con la vida que llevamos y las palabras que decimos. Hay gozo en conocer al Señor, en vivir para Él y en testificar a otros de su Persona.

¡Gracia y Paz!



Alyson Kieda

miércoles, 24 de enero de 2018

Sana Doctrina


Gálatas 5:22-23


Gálatas 5:22-23
“La clase de fruto que el Espíritu Santo produce en nuestra vida es: amor, alegría, paz, paciencia, gentileza, bondad, fidelidad, humildad y control propio. ¡No existen leyes contra esas cosas!”.

Una vida espiritual madura y verdadera es aquella que da los frutos que el Espíritu Santo produce. Nuestra meta diaria de búsqueda de Dios tiene que ver con vivir llenos y de acuerdo a estos frutos. El fruto es algo que se produce naturalmente cuando permanecemos unidos a la fuente de vida y poder que es Jesús. Y Él dijo en Juan 14:16 que no nos dejaría huérfanos, o solos, sino que enviaría a otro consolador, al Espíritu Santo, para que esté siempre con nosotros.

Si queremos experimentar todo este fruto del Espíritu Santo, lo único que necesitamos es rendirnos a Dios, renunciar a todo lo que no le agrada, y tendremos la manifestación de su gloria.

Él Espíritu Santo nos provee de poder, que es lo que necesitamos para vivir la vida cristiana victoriosa de milagros, prodigios, dones, sabiduría de Dios y frutos que llenan todo nuestro ser. Buscando su presencia con hambre, y estando enfocados en experimentar su poderosa comunión, es que nos transformará a la imagen de Cristo. Nuestra mayor fuente de poder es el Espíritu Santo, nuestro más grande aliado. Él nos habla lo que el Padre y el Hijo dicen y nos trae el reino de Dios a nuestra vida. Tu amistad con Él, producirá todo tipo de frutos gloriosos en ti, y que bendecirán a muchos.

¡Gracia y Paz!


Esteban Correa

martes, 16 de enero de 2018

Salmo 4:1


David conocía perfectamente que Dios es justo y que él nos hace justicia frente a las situaciones injustas que nos tocan vivir, sobre todo cuando otras personas nos afligen injustamente. Es una buena oración para realizar cuando estamos siendo hostigados, calumniados o atacados injustamente: “Señor hazme justicia”, algo injusto es algo en lo que Dios actuará a favor de la vida de los que creen y esperan en Él. No tengas dudas que el Señor te hará justicia, si actúas en obediencia y con buena conciencia, el Señor te hará justicia ante tus adversarios. David pide misericordia sabiendo que el Señor ya lo ha librado muchas veces de sus angustias, el Señor desea ayudarnos y librarnos por eso David clama con fe y certeza. Así debemos clamar, confiando y esperando en la justicia y la misericordia de Dios.


¡Gracia y Paz!