miércoles, 12 de noviembre de 2014

EL CAMINO DE DIOS ES PERFECTO



Dios diseñó a la humanidad para vivir de cierta manera y “su camino es perfecto”. Dios es la fuente de fortaleza que permite a los hijos de Dios vivir el camino que Él prescribió. David dijo: “Dios es el que me ciñe de fuerza, y quien despeja mi camino” (v. 33).

A los no creyentes les cuesta entender la noción cristiana de que hay un único camino. Y esto, a pesar de que cada objeto diseñado por el hombre funciona de una única manera. Una computadora puede realizar cálculos increíbles y ser de enorme servicio a la humanidad, pero únicamente si se usa de la manera como fue diseñada por el fabricante. Un tractor puede empujar una carga pesada, pero solamente si es operado de la manera en que los diseñadores lo prepararon para funcionar. Y así, podríamos mencionar infinidad de ejemplos.

Como creyentes seremos tentados a vivir de otra manera, por nuestra propia fuerza y recursos. Es la naturaleza orgullosa y un defecto fatal del razonamiento humano la que nos hace pensar que sabemos qué es lo mejor para nuestras propias vidas, y creer que no necesitamos la ayuda de Dios y de los demás. “Hay camino que parece derecho al hombre, pero su fin es camino de muerte” (Proverbios 16:25).

La clave para una vida exitosa es conocer a Dios y aprender sus caminos, y luego vivir de acuerdo a ellos por fe en el poder del Espíritu Santo. Solamente podemos cumplir nuestro propósito si somos dependientes de Dios para tener fuerza y aprender a vivir de una manera consistente con la forma en que fuimos diseñados. El profeta Samuel escribió: “Porque yo he guardado los caminos de Jehová, y no me aparté impíamente de mi Dios” (2 Samuel 22:22).

¡Qué mundo sería este si toda la creación de Dios pudiera decirlo!


¡Gracia y Paz!


El Amor siempre estará presente en todos los tiempos... ¡SOLO VÍVELO!



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¿SABES DAR BUEN TESTIMONIO DE CRISTO?



¿SABES DAR BUEN TESTIMONIO DE CRISTO? 

Hechos 16:25-31
“Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían. Entonces sobrevino de repente un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel se sacudían; y al instante se abrieron todas las puertas, y las cadenas de todos se soltaron. Despertando el carcelero, y viendo abiertas las puertas de la cárcel, sacó la espada y se iba a matar, pensando que los presos habían huido. Mas Pablo clamó a gran voz, diciendo: No te hagas ningún mal, pues todos estamos aquí. El entonces, pidiendo luz, se precipitó adentro, y temblando, se postró a los pies de Pablo y de Silas; y sacándolos, les dijo: Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa”

¡Qué importante es conservar la calma en momentos de angustia y miedo!, ¡pero aún más importante fue la actitud honesta de Pablo al no escapar de la prisión aprovechándose de lo que había pasado por el terremoto! Porque ese buen testimonio de Pablo y Silas lo uso el Espíritu Santo para tocar el corazón del carcelero y llevarlo a él y su familia al conocimiento de Jesucristo y esa misma noche, todos los que estaban en su casa creyeron y fueron salvos.

Por otro lado, existe una pequeña historia que cuenta sobre un grupo de hombres de negocios que se reunieron en una convención de ventas en Chicago. La última conferencia tomó más tiempo del señalado, y ellos llegaron al aeropuerto apenas unos minutos antes de la salida del avión. En su prisa por llegar a tiempo para abordar el avión, uno de los hombres tropezó con una mesa en la que se mostraban unas cuantas manzanas, las cuales fueron esparcidas por todo el piso. Sin detenerse un segundo y ni siquiera mirar atrás, todos siguieron apresuradamente su camino, excepto uno. Este se detuvo, miró a su alrededor y sintió una gran compasión por la jovencita que estaba vendiendo las manzanas.

Entonces le gritó a uno de sus compañeros que llamara a su esposa cuando llegaran a su destino, y le dijera que él tomaría otro avión más tarde. Después regresó al lugar donde las manzanas estaban regadas por todo el piso. Se alegró mucho de haberlo hecho. ¡Aquella jovencita era ciega! Y allí estaba ella sollozando, con lágrimas que le corrían por su carita, tratando de recoger sus manzanas. Aquel hombre se arrodilló en el piso junto a ella, y una a una recogió las manzanas y las acomodó en la mesa de la manera en que estaban antes. Mientras lo hacía, notó que unas cuantas manzanas se habían estropeado con la caída. Entonces sacó un billete de $20, y se lo dio a la chica. “Por favor, toma estos veinte dólares por el daño que te hicimos. ¿Estás bien?” Ella asintió, aun con su carita humedecida por las lágrimas. Entonces le dijo: “Señor, ¿es usted Jesús?” Mientras se dirigía lentamente a tomar el próximo avión, aquella pregunta resonaba en sus oídos y llegaba hasta lo más profundo de su corazón: “¿Es usted Jesús?”

¿Te han comparado alguna vez con Jesús? ¿Demuestra tu testimonio en tu centro de trabajo, o entre tus amistades, o en tu vecindario, o en cualquier lugar donde estés que Cristo vive en tu corazón? ¿Conoces tan íntimamente a tu Salvador como para poder imitarlo con tus acciones?

No olvides nunca esta enseñanza. En cualquier situación en que te encuentres, ya sea una sumamente difícil como la de Pablo y Silas en el pasaje de hoy, o una situación rutinaria de la vida diaria, al momento de actuar o tomar una decisión pregúntate siempre qué haría Jesús en ese momento, y actúa conforme a la dirección del Espíritu Santo. El poder de Dios se manifestará entonces a través de tu testimonio y su santo nombre será glorificado.

Oración:
Padre santo, te ruego me des sabiduría y fortaleza espiritual para actuar siempre de manera que mi testimonio glorifique tu nombre, y los demás vean a Cristo reflejado en mis acciones. En el nombre de Jesús, Amén.

¡Gracia y Paz!

Dios te Habla