sábado, 28 de junio de 2014

Salmo 27:1



Salmo 32:10



ORACION


ORACIÓN:

Mi amado Padre celestial, te ruego pongas en mi corazón el fuego de tu Espíritu para amarte con la pasión y el fervor que tú mereces, y ayúdame a demostrarte mi amor amando a los demás de la manera en que tú me amas a mí. En el nombre de Jesús, Amén.

¿CÓMO DEMUESTRAS TU AMOR A DIOS?



¿Cómo demuestras tu amor a Dios?

Juan 14:21
“El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él”.

Un consejero cristiano famoso, dice que la mayoría de las personas expresan su amor hacia los demás a través del contacto, dando, sirviendo, compartiendo un buen tiempo, haciendo regalos o diciendo “te amo” con acciones que puedan expresarlo más efectivamente que las palabras. A veces algo tan sencillo como una palmada en la espalda o un brazo alrededor del hombro pueden hacerle sentir a alguien cuánto le apreciamos.

Al igual que entre las personas existen estas demostraciones de amor, también nosotros podemos mostrarle nuestro amor a Dios. ¿De qué manera podemos demostrarle al Señor que le amamos? La Biblia está llena de pasajes que nos enseñan diferentes formas de expresarle a nuestro Padre celestial el amor que sentimos por él. Una de ellas es por medio de nuestra obediencia. En el pasaje de hoy Jesús dice: “El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama”. Es decir, el que ama al Señor es aquel que no solamente conoce sus mandamientos sino que los obedece. Por el contrario, el que no le obedece es porque no le ama. Así dice el Señor más adelante en este capítulo: “El que no me ama, no guarda mis palabras”.

También mostramos amor a Dios consolando a los que sufren, así como viviendo una vida de santidad. El apóstol Santiago escribe en su epístola que “la religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo” (Santiago 1:27). Es decir, hechos y no solamente palabras expresan mucho mejor el amor que proviene del Espíritu Santo, y que por lo tanto agrada a nuestro Padre celestial. Cuando le damos ánimo a alguien en medio de una situación difícil, agradamos a Dios, y así le mostramos nuestro amor.

Cada vez que de alguna manera ayudamos a un necesitado, estamos demostrando al Señor que le amamos. La Biblia nos habla en Mateo 25:31-46 acerca del día cuando Jesús regrese en su gloria a juzgar a las naciones. Allí el Señor “apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis”. Entonces Jesús dirá a los de su izquierda, los cuales no hicieron nada de esto: “De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis. E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna”.

Finalmente, demostramos nuestro amor al Señor cuando pasamos tiempo con él diariamente. No hay señal más evidente de amor por una persona que desear estar a su lado el mayor tiempo posible. David expresa su amor por Dios, y nos exhorta a que lo hagamos nosotros cuando nos dice: “Deléitate asimismo en el Señor, y él te concederá las peticiones de tu corazón” (Salmo 37:4). Deleitarse es sentir una gran satisfacción o placer al hacer algo. Si de verdad amamos al Señor, disfrutaremos plenamente de su compañía; por tanto nos resultará fácil separar un tiempo todos los días para acercarnos a él en oración y meditar en su palabra.

ORACIÓN:
Mi amado Padre celestial, te ruego pongas en mi corazón el fuego de tu Espíritu para amarte con la pasión y el fervor que tú mereces, y ayúdame a demostrarte mi amor amando a los demás de la manera en que tú me amas a mí. En el nombre de Jesús, Amén.

¡Gracia y Paz!

Dios te Habla