lunes, 19 de mayo de 2014

¿QUÉ TE IMPIDE TENER VERDADERA COMUNIÓN CON CRISTO?


¿Qué te impide tener verdadera comunión con Cristo?

Hebreos 12:1-2a
“Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe...”

Este pasaje comienza: “Por tanto...” En otras palabras, “de acuerdo a lo que acabo de decir...” En el capítulo anterior, el autor de la carta a los Hebreos mencionó a un grupo de hombres y mujeres que, habiéndose encontrado en sus vidas en situaciones sumamente difíciles, confiaron en Dios y por medio de la fe resultaron vencedores. Así es que, considerando lo que ellos hicieron, es decir siguiendo su ejemplo, “despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia”. El objetivo fundamental del cristiano es correr “la carrera que tenemos por delante” siguiendo los pasos del Señor, o sea avanzar en la vida "puestos los ojos en Jesús", como nuestro Guía, nuestro Maestro, nuestro Señor. Ahora bien, con el fin de marchar adelante hacia nuestra meta espiritual, antes tenemos que despojarnos del pecado y de todo aquello que constituya un peso o un obstáculo que dificulte ese objetivo.

En la novela de Julio Verne “La isla misteriosa”, se habla de cinco hombres que se escaparon de un campo de prisioneros durante la Guerra de Secesión norteamericana en 1865, mediante un globo que lograron robarse. Al elevarse en el aire se dieron cuenta que el viento los llevaba hacia el océano. Mientras observaban como la tierra firme desaparecía en el horizonte, se preguntaban cuánto tiempo lograría permanecer el globo en el aire. De momento se dan cuenta que el globo estaba descendiendo y que se aproximaba a la superficie del mar. Entonces los hombres deciden que deben arrojar algo del peso a bordo, pues si seguían bajando se estrellarían contra las aguas. Con mucho pesar arrojaron zapatos, abrigos y armas, y con cierto alivio sienten que el globo se eleva de nuevo.

Sin embargo, al poco tiempo descubren que el globo se acerca una vez más de forma peligrosa a las crestas de las olas, así que deciden lanzar al mar los alimentos, y el globo se eleva de nuevo. Lamentablemente esto también fue sólo una solución temporal y la nave comienza a descender nuevamente. Finalmente echaron fuera las cuerdas y la canasta donde se sentaban. Al hacerlo, notaron como el globo se elevó otra vez. A los pocos minutos divisaron tierra. Los cinco saltaron al agua y nadaron hasta la isla. Estaban vivos debido a que fueron capaces de discernir que para continuar adelante era necesario despojarse de toda carga que impedía al globo desplazarse. Las cosas que antes pensaban que eran “necesarias” eran las mismas cargas que casi les cuesta la vida.

Así nos sucede muchas veces en nuestra vida espiritual. Hay “cargas” que nos impiden crecer, “pesos” que resultan un obstáculo para que nos concentremos en seguir a Cristo y tratar de imitarlo y servirle. El pasaje de hoy nos enseña que tenemos que despojarnos de ese peso al igual que del pecado. ¿Y cuál es ese peso? Ese peso es todo aquello que nos impide pasar tiempo de oración, o leer la Biblia, o asistir a un servicio de adoración, o visitar a un enfermo, o servir al Señor de cualquier otra manera. Bien pudiera ser la televisión, o el Cine, o el Internet, o el trabajo (cuando es en exceso), o quizás dormir demasiado, o salir mucho de paseo. En ocasiones el obstáculo proviene de las amistades, o quizás la familia; cualquiera que sea, tenemos que despojarnos de todo aquello que nos impida avanzar en esta “carrera que tenemos por delante” de la manera en que Dios espera que lo hagamos.

Piensa en las cosas que quizás están frenando tu crecimiento espiritual. Si las eliminas, ¿dispondrías de más tiempo para las cosas que de verdad son importantes? ¿Cómo sería tu vida sin ellas? Pídele a Dios que te muestre cómo podrías mejorar tu relación con él. Pídele discernimiento para hacer cambios y eliminar aquellas cosas que afectan tu vida espiritual.

ORACIÓN:
Padre santo, te ruego me ayudes a identificar las cosas que constituyen un peso o una carga en mi vida y que están afectando mi crecimiento espiritual. Dame la fuerza y el valor para despojarme de ellas y marchar adelante en victoria. En el nombre de Jesús, Amén.

¡Gracia y Paz!

Dios te Habla

¿QUÉ HACES CUANDO LLEGA UNA TORMENTA A TU VIDA?


¿Qué haces cuando llega una tormenta a tu vida?

Marcos 6:45-51
"En seguida hizo a sus discípulos entrar en la barca e ir delante de él a Betsaida, en la otra ribera, entre tanto que él despedía a la multitud. Y después que los hubo despedido, se fue al monte a orar; y al venir la noche, la barca estaba en medio del mar, y él solo en tierra. Y viéndoles remar con gran fatiga, porque el viento les era contrario, cerca de la cuarta vigilia de la noche vino a ellos andando sobre el mar, y quería adelantárseles. Viéndole ellos andar sobre el mar, pensaron que era un fantasma, y gritaron; porque todos le veían, y se turbaron. Pero en seguida habló con ellos, y les dijo: ¡Tened ánimo; yo soy, no temáis! Y subió a ellos en la barca, y se calmó el viento; y ellos se asombraron en gran manera, y se maravillaban".

Poco después de separarse de Jesús, mientras trataban de llegar a la otra orilla del Mar de Galilea, una tormenta sorprendió a los discípulos en medio del mar, de manera que los fuertes vientos y las olas azotaban la barca, amenazando con hundirla. Remaban y remaban y la barca no avanzaba, más bien retrocedía, porque el viento era muy fuerte. Las fuerzas ya les faltaban, y a pesar de la experiencia de algunos de ellos como pescadores conocedores del mar, la situación no mejoraba sino más bien empeoraba cada minuto que pasaba.

¡Cuántas veces de repente ha llegado a nuestras vidas una tormenta emocional! Todo está marchando más o menos bien, hay buena salud, tenemos un buen trabajo, en el matrimonio felices y contentos, a nuestros hijos les va bien, en fin ¡hay un cielo claro, y navegamos en un mar sereno y tranquilo como un plato! ¡Y nos sentimos tan felices! De momento la terrible e inesperada noticia… Negros nubarrones aparecen de repente y el cielo claro comienza a oscurecerse, empieza a soplar un viento contrario, y aquel mar sereno comienza a agitarse. Y en medio de la oscuridad podemos escuchar los truenos y ver como los rayos caen alrededor de nosotros. ¡Y en un abrir y cerrar de ojos nos encontramos en medio de una tormenta que pretende hundirnos en la desesperación! ¿Qué hacer?

Rápidamente comenzamos a remar. ¡Tenemos que llegar a la otra orilla lo más pronto posible! ¡Hay que resolver esta situación! Y remamos, y remamos... Utilizamos todas nuestras fuerzas, nuestra inteligencia, nuestra experiencia. Acudimos al médico, o al abogado o al experto correspondiente, pero nada funciona. Sentimos que nos estamos hundiendo. ¡Y no sabemos qué hacer!

Los discípulos habían estado con Jesús hasta hacía apenas unas horas, lo habían visto hacer muchos milagros, y allí estaban ahora, en medio de aquella prueba, tratando de resolverla con sus propias fuerzas sin acordarse que cerca de ellos estaba aquel que podría resolverles el problema. Dice el pasaje de hoy que Jesús se acercó a ellos caminando sobre el mar y les dijo: "¡Tened ánimo; yo soy, no temáis!" En otras palabras, "¡Anímense, no tengan miedo, soy yo, confíen en mí!" Y dice la Biblia que cuando Jesús subió a la barca, el viento se calmó, y hubo paz.

En algún momento de nuestras vidas, tarde o temprano, vamos a encontrar aflicción, el sufrimiento va a llegar a nosotros, una tormenta emocional o espiritual se va a presentar. Pero en todos los casos hay una respuesta, una actitud, sólo una: Confiar en el Señor, buscarle de corazón, echarnos en sus brazos en medio del dolor y el sufrimiento, y de una manera milagrosa e inexplicable él nos dará la paz que tanto necesitamos, esa paz que "sobrepasa todo entendimiento", dice Filipenses 4:7.

Si hoy te encuentras en medio de una tormenta emocional o espiritual, y has agotado todos los recursos, no sigas luchando; reconoce tu incapacidad y permite que Jesús suba a tu barca. Tan pronto le des a él todo el control, experimentarás esa preciosa paz que solamente el Señor te puede dar. Sólo en él encontrarás la solución al problema.

ORACIÓN:
Bendito Dios, ¡ya no puedo luchar más! No tengo más fuerzas, pero tu Palabra me dice que cuando parezca que toda esperanza se ha perdido y que no hay solución posible, tú eres poderoso para cambiar las circunstancias y traer la tan ansiada paz. Por favor entra en mi vida y toma tú el control de mi situación. En el nombre de Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”
Dios te Habla