martes, 22 de abril de 2014

¿Qué tan firme crees que estas?





¿Qué tan firme crees que estas?

1 Corintios 10:1-12
“Porque no quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros padres todos estuvieron bajo la nube, y todos pasaron el mar; y todos en Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar, y todos comieron el mismo alimento espiritual, y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo. Pero de los más de ellos no se agradó Dios; por lo cual quedaron postrados en el desierto. Mas estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros, para que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron. Ni seáis idólatras, como algunos de ellos, según está escrito: Se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó a jugar. Ni forniquemos, como algunos de ellos fornicaron, y cayeron en un día veintitrés mil. Ni tentemos al Señor, como también algunos de ellos le tentaron, y perecieron por las serpientes. Ni murmuréis, como algunos de ellos murmuraron, y perecieron por el destructor. Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos. Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga”.

¡Qué tristeza tan grande cuando nos enteramos que uno de nuestros hermanos en la fe ha caído en pecado! ¡Y aún más cuando se trata de alguien que ha llegado a ocupar un lugar importante en la Iglesia de Cristo! Y nos preguntamos: “¿Cómo es posible que un hijo de Dios, conocedor de las Escrituras, siervo fiel por muchos años, eficiente líder en la Iglesia pueda caer en tan horrible pecado y vivir una vida de hipocresía y engaño?” Lamentablemente, a través de los siglos hasta nuestros tiempos, vemos esta situación repetirse una y otra vez en los hijos de Dios, independientemente del nivel espiritual que hayan alcanzado. El rey David era un hombre conforme al corazón de Dios, conocedor de las Escrituras, sin embargo al ver una hermosa mujer que se estaba bañando la deseó para sí, y cayó en la tentación.

 1 Corintios 10:13 afirma que “no os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar”. El Espíritu Santo siempre nos dará una señal de peligro. Por eso debemos estar alertas e inmediatamente que discernamos el peligro tenemos que orar y buscar en Dios la fortaleza, y él nos dará la salida. El problema es que muchas veces ignoramos esa señal. Cuando David preguntó quién era aquella mujer, le dijeron: “Aquella es Betsabé hija de Eliam, mujer de Urías heteo”. O sea, es casada, tiene dueño, no debes interesarte en ella. Pero David ignoró esas palabras, no buscó la ayuda de Dios y decidió hacer caso a los deseos de la carne. Después sufrió las consecuencias de su pecado.

 El pasaje de hoy nos habla de aquel pueblo de Israel que fue liberado de la esclavitud en Egipto, los cuales todos estuvieron bajo la protección y el cuidado de Dios, todos recibieron las mismas bendiciones de su Padre celestial, todos participaron del mismo alimento espiritual. Sin embargo, la Biblia nos dice que “de los más de ellos no se agradó Dios”. Y como consecuencia de sus acciones “quedaron postrados en el desierto”. Este pasaje incluye también una seria advertencia: “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga”. Esta es probablemente la razón principal por la que muchos han caído. Han llegado a pensar que, debido a su crecimiento espiritual y su posición en la Iglesia, pueden enfrentarse a las tentaciones con sus propias fuerzas y salir victoriosos. ¡Error capital! Jesús les dijo a sus discípulos: “Separados de mí nada podéis hacer” (Juan 15:5). La Biblia está llena de advertencias y consejos en este aspecto. Jesús mismo, allí en Getsemaní, tuvo que postrarse en oración tres veces clamando a Dios por fortaleza. Y allí mismo dio a sus discípulos su último consejo: “Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil” (Mateo 26:41).

 Cuando estés frente a una tentación, no confíes en tus propias fuerzas. Clama a Dios y él te dará la fuerza que necesitas para resistir la tentación, y el diablo huirá, y te dejará tranquilo.

 ORACION:
 Bendito Padre celestial, te ruego me des la fuerza y el valor para resistir las tentaciones, de modo que mi testimonio siempre glorifique tu Santo Nombre. En el nombre de Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”
Dios te Habla