lunes, 10 de febrero de 2014

NO PROVOQUES A IRA A TUS HIJOS



Efesios 6:4
“Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor”

Esta es una amonestación muy seria para los que somos padres y que aún tenemos hijos pequeños. Dios es muy claro en su precepto de no llevar a la ira a nuestros hijos, ya sea de forma deliberada o de manera descuidada.

Son muchas las causas por las que un niño puede airarse sin que sus padres sean los responsables. Algunos factores podrían ser el propio egoísmo del niño, su inmadurez, o por una actitud negativa. Pero cuando el padre o la madre son los culpables de provocar la ira de su hijo o su hija, son ellos los que están pecando y a la vez provocando que sus hijos pequen. Cuidémonos de ser culpables de poner tropiezo delante de nuestros hijos para hacerlos pecar.

No hay un ambiente más insano para un niño que unos padres que se dicen ser cristianos, pero que descuidan proveer un ambiente de apropiada disciplina y amonestación del Señor. “Padres, no exasperéis a vuestros hijos, para que no se desalienten” (Colosenses 3:21).

No se te olvide: “…Dios no puede ser burlado; pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará” (Gálatas 6:7).


“Gracia y Paz”

Aprendiendo la Sana Doctrina

¿EN QUIÉN TIENES PUESTA TU ESPERANZA?



1 Timoteo 6:17-19
“A los ricos de este mundo, mándales que no sean arrogantes ni pongan su esperanza en las riquezas, que son tan inseguras, sino en Dios, que nos provee de todo en abundancia para que lo disfrutemos. Mándales que hagan el bien, que sean ricos en buenas obras, y generosos, dispuestos a compartir lo que tienen. De este modo atesorarán para sí un seguro caudal para el futuro y obtendrán la vida verdadera.”

La mayoría de las personas anhelan la felicidad de muchas maneras. Unos piensan que una casa grande y cómoda los hará muy felices, otros anhelan el automóvil mas lujoso y caro, o quizás unas largas vacaciones en un sitio lejano. Otros se enfocan en una carrera universitaria, o tal vez en triunfar en los negocios, o en la política. Muchos consideran que una buena suma de dinero sería suficiente para ser felices. La lista es larga, pero generalmente la atención se dirige de una manera u otra a los logros materiales, a la abundancia de bienes y riquezas.

En los últimos tiempos estamos siendo testigos de esta inseguridad de las riquezas. En medio de los problemas de tipo económico que sufre el mundo, hemos escuchado acerca de muchas personas que han perdido millones de dólares “de la noche a la mañana”. Capitales que fueron acumulados a través de muchos años han sido reducidos a la nada, y lo peor de todo es que nadie puede garantizar que a muchos otros no les pase lo mismo. Y también se conoce de miles  y miles de personas que han perdido sus casas porque no pudieron pagar la hipoteca al banco. ¡Qué terrible desilusión!

Y aún aquellos a los que supuestamente les ha ido “bien” en el aspecto económico, no tienen ninguna seguridad de que van a ser felices con sus riquezas. ¡Cuántas personas se han ganado millones de dólares en la lotería y su vida se ha convertido en una verdadera desgracia! Son muchos los testimonios de matrimonios terminados en divorcio por esta causa, hijos y padres disgustados por la ambición del dinero, y, en el peor de los casos, hasta asesinatos cometidos por causa de la codicia y la avaricia producidas por los bienes materiales y económicos.

Jesús habló sobre este tema en Lucas 12:16-21: “También les refirió una parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico había producido mucho. Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos? Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será? Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios”. No es por falta de advertencias en la Biblia que muchos cometen el grave error de concentrarse en la búsqueda de riquezas materiales y se despreocupan totalmente de su relación espiritual con Dios. Construyen sus propios tesoros, ponen en ellos toda su esperanza y después sufren las consecuencias.

Pablo le aconseja a Timoteo que les diga a los ricos “que sean ricos en buenas obras, y generosos”. La generosidad es una cualidad que implica estar siempre dispuestos a dar a los demás, no sólo en el aspecto económico sino en todo lo que signifique ayudar a los que están en necesidad. A Dios le agrada que seamos generosos. La Biblia dice: “Más bienaventurado es dar que recibir” (Hechos 20:35). También dice la Biblia que “todo lo que el hombre sembrare, eso también segará” (Gálatas 6:7). Si queremos recibir en abundancia debemos sembrar en abundancia. Cuando lo hacemos de corazón agradamos a Dios, y él entonces “nos provee de todo en abundancia para que lo disfrutemos”, dice el pasaje de hoy.

Pon tu esperanza en Dios, pues es el único que puede proveernos de todo lo que necesitamos, y la seguridad eterna. Si tú aplicas esta enseñanza en tu vida, y pones a Dios en primer lugar vivirás en paz, con la seguridad de su protección en este mundo y por la eternidad.

ORACIÓN:
Padre santo, gracias porque tú me provees de todo en abundancia, y nada habrá de faltarme si soy obediente a tu palabra. Te ruego me ayudes a profundizar en mi relación contigo y a concentrar mi esperanza en tu amor y tu misericordia. En el nombre de Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”

Dios te Habla