miércoles, 9 de octubre de 2013

¿VIVES EN ARMONÍA CON LOS DEMÁS?



2 Corintios 13:11
“Resta, hermanos, que tengáis gozo, seáis perfectos, tengáis consolación, sintáis una misma cosa, tengáis paz; y el Dios de paz y de caridad será con vosotros”.

Estas son las palabras finales de Pablo a los hermanos de Corinto, y revelan el corazón de este gran apóstol. El desea que sean perfectos, que tengan consuelo, unidad, y paz; y la continuada presencia del Padre, que les dará amor, armonía, y paz. ¡Que bendición tan grande!

Nuestra posición es una de perfección en Cristo, pero en nuestra vida personal de cada día estamos muy lejos de la perfección. Sin embargo, “Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para que nos perdone nuestros pecados, y nos limpie de toda maldad” (1 Juan 1:9). Estas instrucciones de Pablo son para la iglesia (es decir), para todos los que somos salvos, nacidos de nuevo, y seguidores de Jesús. Mientras estemos aquí en la tierra, vivamos en amor los unos a otros, tengamos cortesía para con nuestro prójimo, y luchamos para estar en armonía. El resultado será que el amor de Dios y la paz estarán con nosotros. ¡Que hermoso evangelio! ¿Quién podría pedir mas?


“Gracia y Paz”

Un Versículo de la Biblia cada Día

ORACIÓN



Padre santo, no tengo palabras para agradecerte por haberme separado con el fin de transformar mi naturaleza pecaminosa hasta llegar a ser imagen de tu Hijo Jesucristo. Te ruego aumentes mi fe, y me capacites para no ser un obstáculo en la obra de santificación de tu Santo Espíritu en mi vida. Por Cristo Jesús, Amén.

EL PLAN DE DIOS ES QUE SEAMOS SANTOS



1 Tesalonicenses 5:23
"Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo".

A través de toda la Biblia Dios ha llamado a su pueblo a que sean santos. Por ejemplo, en Levítico 20:7, a través de Moisés, Dios dice: “Santificaos, pues, y sed santos, porque yo Jehová soy vuestro Dios”. Y en Levítico 19:2, Dios dice: “Santos seréis, porque santo soy yo Jehová vuestro Dios”. En el pasaje de hoy el apóstol Pablo expresa una bendición a los creyentes de la iglesia de Tesalónica cuando les dice: “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo”. También el apóstol Pedro escribió en su primera carta a “los expatriados de la dispersión” lo siguiente: “Porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo” (1 Pedro 1:16).

En las Escrituras encontramos en varios lugares la palabra “santificación”. Santificación significa "hacer santo" o "separar algo para un uso sagrado". Cuando creímos y aceptamos a Jesucristo como nuestro Salvador fuimos justificados, es decir nuestros pecados fueron perdonados. Fuimos entonces sellados por el Espíritu Santo (Efesios 1:13), y separados para un propósito sagrado. En ese momento fuimos considerados santos, es decir “separados para Dios”. En su primera carta a la iglesia de Corinto, Pablo se dirige a ellos de la siguiente manera: “A los santificados en Cristo Jesús”. Este es el primer paso en la vida del creyente. Cuando nacemos de nuevo por medio de la sangre de Cristo fuimos adoptados como hijos de Dios y ahora estamos viviendo bajo la gracia de Dios y no bajo su ira.

Después viene el segundo paso. El Espíritu Santo, que viene a morar en nuestros corazones, comienza su obra de santificación en nuestras vidas. Este es un proceso por medio del cual vamos siendo transformados con el fin de llegar a ser imagen de nuestro Señor Jesucristo. Es importante entender que este proceso de santificación es totalmente obra de Dios. Ningún ser humano es santo en sí mismo, ni puede llegar a ser santo por sus propios medios. Somos santificados solamente por la gracia de Dios y el poder del Espíritu Santo. Pero es importante entender también que si bien Dios tiene la capacidad de santificarnos, es nuestra la responsabilidad de permitir la acción del Espíritu Santo en nuestras vidas.

¿Cuál es, pues, nuestra responsabilidad en este proceso de santificación? En primer lugar, entender y reconocer que somos salvos no por lo que hemos hecho (por buenas que nos parezcan nuestras obras), sino por la gracia y la misericordia de Dios (Efesios 2:8-9). En segundo lugar, preparar nuestros corazones para conocer y amar a Dios como nuestro Padre celestial, leyendo la Biblia y orando diariamente; meditando en esta palabra, aprendiéndola y poniéndola en práctica. De esta manera sentamos las bases para que el Espíritu Santo lleve a cabo su obra en nuestras vidas. A medida que el proceso de santificación se va llevando a cabo en nosotros nos iremos acercando más a Dios y podremos disfrutar más de su presencia, la cual trae a nuestras vidas paz, gozo y muchas otras bendiciones.

Agradece a Dios su amor y su gracia purificadora. Alábale por haberte justificado, poniéndote aparte para un propósito específico dentro de su santo plan. Busca su rostro en oración cada día de tu vida y pídele que te capacite para ser dócil y obediente ante la obra que el Espíritu Santo está llevando a cabo en tu vida.

ORACIÓN:
Padre santo, no tengo palabras para agradecerte por haberme separado con el fin de transformar mi naturaleza pecaminosa hasta llegar a ser imagen de tu Hijo Jesucristo. Te ruego aumentes mi fe, y me capacites para no ser un obstáculo en la obra de santificación de tu Santo Espíritu en mi vida. Por Cristo Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”
Dios te Habla

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