sábado, 29 de diciembre de 2012

¿TE ACUERDAS SIEMPRE DEL SEÑOR?



Deuteronomio 8:11-14
“Cuídate de no olvidarte de Jehová tu Dios, para cumplir sus mandamientos, sus decretos y sus estatutos que yo te ordeno hoy; no suceda que comas y te sacies, y edifiques buenas casas en que habites, y tus vacas y tus ovejas se aumenten, y la plata y el oro se te multipliquen, y todo lo que tuvieres se aumente; y se enorgullezca tu corazón, y te olvides de Jehová tu Dios, que te sacó de tierra de Egipto, de casa de servidumbre”.

Cuando estamos en medio de una prueba o los tiempos son difíciles, con mucha facilidad clamamos a Dios por su ayuda. Cuando tenemos que depender del Señor para nuestras necesidades diarias, leemos su palabra diariamente, tratamos de obedecerla, oramos con frecuencia y hasta ayunamos en alguna que otra ocasión. Pero cuando las cosas marchan bien y todas nuestras necesidades están cubiertas, por regla general nos volvemos autosuficientes y nos olvidamos de nuestro Padre celestial. Esta es la tendencia natural del ser humano.

Esta fue la actitud del pueblo de Israel, los cuales durante años clamaron a Dios para que los liberara de la esclavitud en la que vivían en Egipto. Dios escuchó su clamor, y por medio de Moisés los liberó y preparó para ellos una preciosa tierra en la que había de todo en abundancia. Sin embargo, la enorme mayoría nunca llegaron a disfrutarla, pues tan pronto salieron de Egipto comenzaron a actuar de manera diferente, quejándose ante las dificultades, desobedeciendo las instrucciones de Dios, adorando dioses falsos. Tanta fue su rebeldía que Dios prohibió la entrada a la tierra prometida a todos aquellos mayores de veinte años, excepto Josué y Caleb, que fueron íntegros y obedientes en todo.

Habían transcurrido cuarenta años, aquella generación rebelde había muerto en el desierto, y ahora el pueblo de Israel finalmente se encontraba frente a la tierra prometida. Entonces Moisés se dirige a los israelitas, y les advierte que no se olviden de Dios cuando tengan comida en abundancia, y buenas casas en las que habitar, y hayan prosperado económicamente, y les recuerda que fue Dios el que los sacó de la esclavitud en Egipto, donde sus padres sufrieron y clamaron por su libertad.

Podríamos imaginar que este discurso de Moisés fue más que suficiente para ministrar el corazón de los israelitas, y motivarlos a ser agradecidos al Señor y a adorarle y obedecerle en todas las circunstancias, aun cuando todo marchara a las mil maravillas. Pero lamentablemente no fue así, y tan pronto comenzaron a disfrutar de las bendiciones de su nuevo hogar, se olvidaron de Dios, fueron desobedientes como sus predecesores, y sufrieron las consecuencias de su comportamiento conforme a la advertencia con que finaliza el capítulo 8 de este libro de Deuteronomio: “Si llegares a olvidarte de Jehová tu Dios y anduvieres en pos de dioses ajenos, y les sirvieres y a ellos te inclinares, yo lo afirmo hoy contra vosotros, que de cierto pereceréis. Como las naciones que Jehová destruirá delante de vosotros, así pereceréis, por cuanto no habréis atendido a la voz de Jehová vuestro Dios”.

Como hijos de Dios, tan humanos y tan débiles como aquellos israelitas, debemos aplicar esta enseñanza a nuestras vidas de manera que actuemos de manera diferente, siendo agradecidos tanto en las buenas como en las malas y dando gracias a Dios en todo, “porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús”, dice 1 Tesalonicenses 5:18. Tenemos que estar concientes siempre de esta tendencia humana a creernos autosuficientes cuando las cosas están bien, y a olvidarnos de que todo lo que tenemos lo hemos recibido de Dios. Comenzando con el precioso regalo de la salvación, la salud, los bienes materiales, la protección divina, nuestras familias, y la paz y el gozo en nuestros corazones.

Hazte el firme propósito de que no pase un día de tu vida sin buscar el rostro del Señor, tanto en la prueba para clamar por su ayuda, como en los buenos tiempos para adorarle en espíritu y en verdad, y darle gracias de todo corazón por todas sus bondades.

ORACIÓN:
Amante Padre celestial, te ruego perdones mi actitud de autosuficiencia, y me ayudes a vivir en constante agradecimiento por tu infinito amor, tu gracia y tu misericordia. En el nombre de Jesús. Amén.

“Gracia y Paz”
Dios te Habla

EL ANHELO DE CONOCER A CRISTO



Filipenses 3:3-11
“Porque nosotros somos la circuncisión, los que en espíritu servimos a Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, no teniendo confianza en la carne. Aunque yo tengo también de qué confiar en la carne. Si alguno piensa que tiene de qué confiar en la carne, yo más: circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo; en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia que es en la ley, irreprensible. Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe; a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte, si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos”.

Muchas personas conocen los hechos fundamentales de la vida del Señor, pero pocas lo conocen personalmente. Están tan ocupados con sus actividades y sus intereses, que rara vez piensan en Jesús hasta que surge una situación desesperante.

Pero aquellas que conocen al Señor estrechamente, lo hacen su prioridad absoluta, y todas las posesiones, logros, o intereses carecen de valor cuando se comparan con el hecho de conocerlo. Considere los resultados de hacer de Cristo lo más importante en su vida (Filipenses 3:8-10):

Un hambre cada vez mayor: “para ganar a Cristo”. Aunque Pablo tenía una relación admirable con el Señor, su mayor deseo era conocerlo más.

Una vida cambiada: “la justicia que es de Dios”. Cuanto más conozcamos a Cristo, más exhibiremos su justicia.

Una mayor competencia: “el poder de su resurrección”. El poder del Espíritu fluye a través de quienes se relacionan estrechamente con el Señor Jesús.

Una nueva perspectiva: “la participación de sus padecimientos”. Cuando entendemos a Cristo, vemos sus bendiciones por medio de nuestro sufrimiento.

Una vida victoriosa: “llegando a ser semejante a él en su muerte”. El verdadero creyente, se consideran a sí mismo muerto a los pecados que una vez dominaron su vida.

¿Anhelas conocer a Cristo, o es tu relación con Él superficial? Los creyentes no debemos permitir que los placeres, los problemas y las responsabilidades de este mundo nos roben el tesoro de conocer a Cristo. Es hora de contar todo como pérdida, y de seguir adelante con Cristo.

“Gracia y Paz”
Meditación Diaria

¡¡BENDITOS SEAN LOS LÍMITES !!



Salmo 1:1
“Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores…”

En todos los años que he trabajado con personas, todavía no he conocido a nadie que se haya arruinado la vida por obedecer los mandamientos de Dios. Sin embargo, en una época en que la libertad personal se estima un derecho inalienable, hablar de conformar nuestro estilo de vida a los caminos divinos suele considerarse una invasión de la privacidad. Y a cualquiera que hable a favor de los límites que Dios establece, se lo excluye. Pero en este frenesí por ser libres, deberíamos tener presente que nuestra sociedad se caracteriza cada vez más por un agobiante sentimiento de desesperación y de falta de significado.

El pueblo de Dios debe tener una perspectiva completamente diferente de los límites. Como el salmista, tenemos que tomar conciencia de que una vida bendecida es el resultado de deleitarse en la ley del Señor (Salmo 1:2); no de vivir como aquellos que «[andan] en consejo de malos, [y están] en camino de pecadores» (v. 1). El cristiano reconoce que los límites divinos no buscan quitarle dinamismo a la vida, sino que son cercos levantados según la sabiduría de Dios para ayudarnos a evitar la trampa y los problemas de una vida insensata.

La próxima vez que seas tentado a traspasar los límites divinos, recuerda el propósito amoroso del Señor al levantar vallados. Decide bendecir a Dios por esos límites y por la bendición que son para ti.

Los cercos de Dios te mantienen dentro de los límites de sus bendiciones.

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Lee: Salmo 1
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“Gracia y Paz”
Nuestro Pan Diario

CONOCER A JESUCRISTO; NO SOLAMENTE INTELECTUALMENTE, SINO VERDADERAMENTE Y DE CORAZÓN.



Romanos 1:3
“Acerca de su Hijo, que fue hecho de la simiente de David según la carne”.

Aquí en el principio de la epístola de Pablo a los Romanos, Pablo nos dice el tema del Evangelio; Concierne el Hijo de Dios, Jesucristo Señor nuestro. Él es el Alfa y la Omega, El Principio y fin, de manera que desde el principio hasta el fin, El Evangelio nos habla de Jesucristo. Él es el mensaje. Vino a este mundo para salvar a los pecadores; vivió una vida perfecta, iba por todas partes haciendo lo bueno, y fue crucificado en lugar nuestro, y por nuestros pecados. En cierta ocasión Pablo dijo; “No me propuse saber algo entre vosotros, sino a Jesucristo, y a éste crucificado. 1 Corintios 2:2. Tu destino eternal se encuentra en ésta sola cosa; conocerle a Jesucristo personalmente. Hay muchas cosas que valen la pena saberlas, pero la única cosa absolutamente necesaria es conocer a Jesucristo; no solamente intelectualmente, sino VERDADERAMENTE y de CORAZÓN.

“Gracia y Paz”
Un Versículo de la Biblia cada Día