martes, 18 de septiembre de 2012

¿QUÉ OLOR EMANA DE TI?


2 Corintios 2:14-17
"Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento. Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden; a éstos ciertamente olor de muerte para muerte, y a aquéllos olor de vida para vida. Y para estas cosas, ¿quién es suficiente? Pues no somos como muchos, que medran falsificando la palabra de Dios, sino que con sinceridad, como de parte de Dios, y delante de Dios, hablamos en Cristo".

Antiguamente, cuando un general romano volvía victorioso de una gran conquista, con frecuencia llevaba a cabo un desfile triunfal. El vencedor y su ejército desfilaban por las calles inundadas por millares de personas que les aclamaban. Mientras los músicos tocaban sus instrumentos, carros y soldados transportaban los tesoros tomados al monarca vencido, y éste y sus generales eran conducidos encadenados. El desfile se efectuaba en medio de una nube de incienso que quemaban a sus dioses. Tanto los vencedores como los cautivos podían oler la fragancia de las especies que ardían. El olor, sin embargo, significaba algo muy diferente para ambos grupos. Para los triunfadores, el olor era agradable; para los prisioneros, tenía hedor a esclavitud y muerte.

El pasaje de hoy nos enseña que el grato olor de Cristo (el evangelio) es “olor de muerte para muerte” para aquellos que se pierden, porque representa un desfile hacia el castigo final. Sin embargo, aquellos que son salvos hallan en el conocimiento de Cristo el grato “olor de vida para vida”, que representa el camino que conduce a la vida eterna. La Biblia está perfumada con el aroma de Dios. Cuando hacemos el hábito de leerla diariamente y la aplicamos a nuestro diario vivir, el "aroma" que despedimos es olor fragante agradable a Dios. El mostrar los principios y las actitudes que aprendemos de la Biblia crea la oportunidad de esparcir un poco del olor a salvación entre quienes nos rodean. Lamentablemente este olor no es percibido por todos de la misma manera. Al igual que para los cautivos y los vencedores durante la procesión romana el olor del incienso tenía diferente significado, así en nuestros tiempos a muchos les resulta desagradable la fragancia de la Palabra de Dios, mientras que otros disfrutamos de su exquisito perfume.

De manera similar, Pablo escribe en 1 Corintios 1:18: “La palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios”. Aquí también vemos claramente la enorme diferencia en la manera en que perciben la palabra de Dios los que viven en pecado y los que hemos sido limpiados y justificados por la sangre de Cristo. Pablo también escribe en el pasaje de hoy acerca de una diferencia entre aquellos que “medran falsificando la palabra de Dios”, es decir prosperan, lucran falsificando y distorsionando la verdad del evangelio para su beneficio propio, y los que “con sinceridad, como de parte de Dios, y delante de Dios, hablamos en Cristo." Seamos nosotros como estos últimos hablando a los demás de nuestro Señor Jesucristo y de la salvación a través de su sacrificio en la cruz. Dios quiere que llevemos al mundo “el olor de su conocimiento”. No hay mejor aroma para adoptar como nuestro, ni hay mejor perfume para compartir con los demás que la deliciosa fragancia de las Escrituras.

Imprégnate del fragante olor divino que proviene de la Palabra de Dios. Escudríñala día tras día, medita en ella, reflexiona, memorízala, aplícala a tu vida y compártela con los demás. Sigue las instrucciones del apóstol Pablo en su carta a los Efesios capítulo 6, tomando “el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu” (Efesios 6:17-18). Si lo haces de esta manera no sólo estarás alimentando y fortaleciendo tu espíritu sino además llevando a otros la oportunidad de que participen de las maravillas del reino celestial.

ORACIÓN:
Gracias, mi Dios, por tu Santa Palabra. Ayúdame a dedicar tiempo a leerla cada día y a vivir según tus enseñanzas, esparciendo tu aroma a mi alrededor. Te ruego que toques los corazones de mis familiares y amigos que no te conocen para que puedan disfrutar del olor de vida para vida que trae el conocimiento de Cristo. En el nombre de Jesús. Amén.

“Gracia y Paz”
Dios te Habla

EL RENDIR CUENTAS ES BÍBLICO


Santiago 5:13-16
“¿Está alguno entre vosotros afligido? Haga oración. ¿Está alguno alegre? Cante alabanzas. ¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados. Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho”.

Hay abundantes mandatos bíblicos en cuanto a rendirnos cuentas unos a otros. Pero, para muchos, la idea de revelar información personal parece negativa o incluso una invasión de la privacidad. Tal confesión parece ser un obstáculo para la búsqueda del gozo, la prosperidad y el prestigio. La mayoría de las personas prefieren ser reservadas y no involucrar a nadie más en sus asuntos.

La Biblia, sin embargo, deja claro que los cristianos deben apoyarse mutuamente en este sentido: “Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados” (Santiago 5:16).

La rendición de cuentas en el cuerpo de Cristo es un principio bíblico. Los miembros de la iglesia se sujetan a su pastor (Hebreos 13:17). Pablo nos dice que nos sometamos unos a otros (Efesios 5:21). Sin embargo, él era responsable ante la iglesia (Hechos 14:27), así como Timoteo estaba subordinado a él (1 Timoteo 4:13-16). Los apóstoles estaban, por supuesto, bajo la autoridad de Jesús (Lucas 10), así como Jesús estaba sometido al Padre (Juan 8:28, 29). Y, lógicamente, la Biblia nos dice que toda la iglesia está sujeta al Señor Jesucristo (Efesios 5:24). Independientemente de la posición de la persona, todo el mundo es responsable ante alguien. Y esto es válido para toda la familia de la fe, desde la congregación hasta el Señor mismo, quien sirvió a Dios Padre.

Las personas evitan rendir cuentas por diversas razones, entre ellas orgullo, ignorancia y temor. Esta es una actitud peligrosa, pues nuestro enemigo conoce nuestras debilidades y sabe cómo explotarlas. Pero podemos vencer con el apoyo de nuestros hermanos en la fe, mediante el poder del cuerpo de Cristo.

“Gracia y Paz”
Meditación Diaria

UN MENSAJE SEDUCTOR


1 Samuel 3:10
“… habla, porque tu siervo oye”.

Estás sentado en un teatro con las luces apagadas y disfrutando de un concierto, una obra o una película, cuando, de repente, se enciende la luz de un teléfono móvil mientras alguien lee un mensaje de texto que le llegó y, quizá, se toma un tiempo para responder. En su libro Superficiales: ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes?, Nicholas Carr dice que, en nuestro conectado mundo, «la sensación de que tal vez tengamos un mensaje» está volviéndose cada vez más difícil de resistir.

Samuel era jovencito cuando oyó una voz que pronunciaba su nombre, y pensó que era del sacerdote Elí que estaba en el tabernáculo donde servía al Señor (1 Samuel 3:1-7). Cuando Elí se dio cuenta de que Dios estaba llamando a Samuel, le dijo cómo debía responder. Cuando el Señor lo llamó por tercera vez, «Samuel dijo: Habla, porque tu siervo oye» (v. 10). Esta actitud de alerta ante la voz de Dios se convirtió en un patrón en su vida, ya que «el Señor se manifestó a Samuel en Silo por la palabra del Señor» (v. 21).

¿Estamos hoy escuchando la voz de Dios cuando nos habla de nuestra vida? ¿Estamos más pendientes de la vibración de un teléfono móvil que de la voz suave y apacible del Señor que nos llega a través de su Palabra y de su Espíritu?

Quiera Dios que, como Samuel, aprendamos a discernir la voz del Señor y a decir: «Señor, habla. Estoy escuchando».

No permitas que el ruido del mundo te impida oír la voz del Señor.

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LEA: 1 Samuel 3:1-10

Biblia en un año: Ezequiel 46–48
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“Gracia y Paz”
Nuestro Pan Diario

YO SOY LA RESURRECCIÓN Y LA VIDA


Juan 11:25
“Dísele Jesús: Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá”.

Cada día vemos que algunos alrededor de nosotros se van de esta vida. ¿Pero a dónde? Es tan común que ni siquiera pensamos en esto. Pero veamos una pregunta de Job: “Si el hombre muriere, ¿volverá a vivir?” Job 14:14. La pregunta ha sido contestada por Jesús, y pronto se verificará con nosotros. Jesús había dicho a Marta que su hermano Lázaro resucitaría. Ella lo tomó como un consuelo de rutina que debía apaciguarla, y le respondió, “Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero”. Pero Jesús le clarificó, diciéndole, “Yo soy la resurrección y la vida,” y lo demostró resucitando a Lázaro y por su propia resurrección.

Tal vez en el funeral de un ser querido, o al oír de la muerte de un amigo hacemos la misma pregunta de Job: “Si el hombre muriere, ¿Volverá a vivir?”. La vida es corta; es de un día; y ya las sombras se extienden, pero esto no tiene ningún horror para quienes conocemos a quién dijo, “Yo soy la resurrección y la vida”. ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? 1 Corintios 15:55.

“Gracia y Paz”
Un Versículo de la Biblia cada Día